jueves, 2 de abril de 2009

25 años de Democracia












Raúl Alfonsín: un demócrata
El más nítido recuerdo que conservan los latinoamericanos de Raúl Alfonsín, el ex presidente argentino que acaba de fallecer en Buenos Aires, es aquella imagen del 15 de abril de 1987, cuando habló en la Plaza de Mayo ante cientos de miles de ciudadanos que salieron a la calle a defender la democracia contra un intento de cuartelazo. "Compatriotas -dijo al anunciar que los militares golpistas se habían rendido-: ¡felices pascuas! La casa está en orden. Vayan a sus casas a besar a sus hijos".
Argentina ha sido uno de los países más avanzados de América en educación, cultura y -con altibajos- economía. Pero uno de los más atrasados en materia política.



Líderes populistas y militares sin escrúpulos agravian su historia con catastróficas audacias demagógicas o golpes de Estado a punta de tanques.



El último fue el de la dictadura que entre 1976 y 1983 dejó 30.000 asesinatos o desapariciones, promovió y perdió una guerra con Inglaterra, estuvo a punto de provocar otra con Chile y condujo el país a la ruina.



Cuando Argentina quiso resurgir del desastre, eligió al candidato radical Raúl Alfonsín. Este, un demócrata probado, recibió del pueblo el mandato de restituir las instituciones, controlar los brotes militaristas y castigar a los causantes de la represión.
En diciembre de 1983 tomó posesión de la presidencia y 3 días después inició su difícil labor con un decreto que llevó a juicio a los integrantes de las juntas militares; más tarde, derogó la amnistía que se habían dictado en beneficio propio las Fuerzas Armadas y en enero del 84 ya estaba tras las rejas el primero de los generales. En octubre, acordó el congelamiento del conflicto limítrofe con Chile.
De Alfonsín se dice que fue un gobernante débil.



Pero él entendió que su misión, antes que nada, era reimplantar la democracia, y nadie puede acusarlo de haber fallado en esta tarea.



Aquella Argentina que emergía de un túnel de siete años quería recuperar velozmente el tiempo perdido.



Los sindicatos exigían lo que se les había negado, los renacidos partidos políticos se alborotaban, la prensa ejercía otra vez la libertad de crítica, los militares rehuían las posibles sanciones.



El gobierno cometió errores y la economía se vino abajo.



En junio de 1989, cinco meses antes de acabar su período, Alfonsín entregó el poder al elegido Carlos Menem entre huelgas y protestas.
Hace cinco meses, ya enfermo, un impulso de reparación histórica elevó de nuevo su nombre.
En un homenaje que le rindió la presidenta Cristina Kirchner, Alfonsín sintetizó así su patriótico aporte: "Mi actividad política buscó fortalecer la autonomía de las instituciones democráticas y el gobierno de la ley". Es justo reconocer que así lo hizo.
en nuestra ciudad en homenaje a los 25 años de democracia se lo homenajeó con el nombre de un barrio .
hoy mas que nunca defendiendo la democracia , con todos los problemas que tenemos en nuestra ciudad , nuestro grupo de trabajo insta al dialogo, a la comunión entre todos los actores para un futuro de crecimiento , sin agrabios hacia nuestro prójimo,pensemos en nuestra comunidad
que es la mas afectada , sin olvidarnos el abandono de personas que se sufre por distintas circunstancia , hoy nuestros dirigentes deben tener un acto de grandeza , saber escucharse unos a otros , aprendamos de nuestra historia ,
basta de demagogia barata promesas faraónicas , nuestros vecinos estan esclavos de peleas mediaticas , luchemos por un coronda con obtimismo .

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